martes, 1 de febrero de 2011

Libertad en el Norte de África

Estos días asistimos en el Norte de África y Oriente Medio a un cúmulo de revueltas cívicas en favor del cambio. Especificar las razones de estas, lo que suponen y las posibles consecuencias, pretenden ser el eje de este artículo.
Hemos de empezar afirmando para el profano en estas cuestiones que todos los países del Magreb y la mayoría de Oriente Medio se erigen como dictaduras férreas, como es el caso de Arabia Saudí (que podríamos considerar una Monarquía Absoluta propia del S XVII europeo) o de regímenes que en el mejor de los casos se enmascaran como falsas democracias controladas desde el poder que ejercen mandatarios sátrapas, como es el caso de Mohamed VI en Marruecos, Ben Ali en Túnez,  Mubarak en Egipto o el excéntrico Gadafi en Libia.
Las rebeliones iniciadas en Túnez y que se están extendiendo como un reguero de pólvora por el Norte De África responden a un cansancio de la población ante la situación de desigualdad económica, represión de derechos mínimos y dificultad de acceso de la población civil a los servicios y bienes de consumo básicos.
Es cierto que los cleavages existentes en estos países han estado vilmente silenciados por los regímenes gobernantes, pero es también cierto que estos se han reactivado no por una excesiva movilización política, (ya que la represión gubernamental minimiza la posible oposición interna o traslada esta a ejercerla en el exilio) sino por el hartazgo de la población hacia sus gobernantes que gestionan en su propio beneficio países, que en muchos casos  guardan o grandes reservas de recursos petrolíferos y gasísticos como son el caso de Arabia Saudí, Argelia y Libia o enormes ingresos fruto del turismo como en Túnez o Egipto.
En el caso de Egipto, debemos añadir una posición estratégica crucial para el paso del petróleo vía marítima cara Europa y América del Norte, como es el caso del Canal de Suez, o vía terrestre, a través del gaseoducto Suez-Mediterráneo (Sumen), lo que hace a este país clave en el suministro de petróleo a Occidente y en consecuencia una fuente de inestabilidad económica global en caso de bloqueo (se estima que un cierre del Canal de Suez, elevaría en 12 días el transporte marítimo de petróleo a América del Norte y de 18 días a Europa, según especialistas del banco JP Morgan, en este sentido un alza del 10% en el precio del petróleo supondría una reducción del 0,25% del crecimiento mundial en un trimestre). De momento, este escenario no ha sucedido, pero el viernes pasado el barril de Brent alcanzaba los 99 dólares fruto de las tensiones en el país que obligaron al cierre indefinido de su bolsa para evitar una huida masiva de capital.
Asentado esto, vemos como las reivindicaciones sociales en países como Jordania, Túnez o Egipto se iniciaron como protestas ante la subida en el precio de los alimentos. No es necesario ser un gran estadista, para unir cabos y pensar que países con recursos suficientes para hacer estos bienes accesibles a la mayoría de la población solo pueden estar inmersos en un estado de corrupción generalizado que se fomenta o se permite desde el poder. Como ejemplo didáctico, recordemos como la familia de Ben Ali en Túnez se dedicó a nacionalizar las industrias del país no a favor del estado como implica el propio término “nacionalizar”, sino que estas pasaron directamente a las manos de su familia que se configuraba como una autentica “dinastía de estado”.
A este problema, debemos añadir el malestar de las maltrechas clases medias en estos países, que ven en el paro y la falta de expectativas una buena razón para iniciar el cambio, sobre todo desde los  jóvenes  universitarios. (Unas de las principales protestas, además de contra la subida de los precios de los alimentos, son en Túnez el elevado paro juvenil, en Libia la dificultad de acceso a la vivienda y en Egipto, una demanda histórica de la ciudadanía es la creación de un subsidio de desempleo)
Ante los hechos sucedidos estos días en Túnez y Egipto, las respuestas de líderes como Mohamed VI en Marruecos o Gadafi en Libia han sido inmediatas, la garantía de la subvención en los precios de los bienes de primera necesidad en Marruecos  o el inicio de un multimillonario programa de vivienda en Libia. En los casos donde las rebeliones ciudadanas son una realidad, se ha decidido realizar cambios en la composición de los gobiernos dando un perfil aperturista y negociando con los agentes sociales y oposición reformas constitucionales.
La preguntas que debemos formularnos son las siguientes: ¿Por qué no antes y sí ahora?,  ¿Serán suficientes?
Las respuestas, creo que son muy simples:
1-      Es un intento de calmar a la población y mantener el status quo actual.
2-      A día de hoy, en países como Túnez o Egipto la población no las considera suficientes
Pese a estas respuestas trasnochadas, podemos pensar que el cambio político se está llevando a cabo.
En fin, los pueblos de estos países se han levantado y una causa esencial de esto ha sido la irrupción de las nuevas formas de medios de comunicación. Es necesario reflexionar como el poder blando (o duro según se mire) ejercido por estos regímenes se ha venido abajo.
Derechos como la libertad de prensa eran en estos países una farsa. Digo eran, porque del estricto control estatal de los medios de comunicación tradicionales como la prensa, o la televisión, en los que se obviaban los detalles incómodos para los regímenes y se publicitaban las versiones estatales ante tales hechos,  se ha pasado a una realidad en la que las redes sociales, los sms se han convertido en la verdadera ventana al exterior de estas sociedades y en el eje en el que organizar una respuesta colectiva ante los abusos del poder en el interior.
Para validar esto, veamos como la primera acción sucedida después de las iniciales manifestaciones en Egipto fue el cierre de internet y el corte de las redes de telefonía móvil.
En los próximos días y semanas veremos si estas revoluciones  finalizan con éxito o por el contrario asistimos a movimientos reaccionarios que vuelvan las cosas a su lugar inicial. Creo que no es el momento de reflexionar sobre los motivos de trasfondo histórico que han llevado a esta situación, pero es evidente que acciones como el beneplácito de las democracias occidentales hacia estas dictaduras y el histórico control que las “ex” potencias colonizadoras aún ejercen hoy en día sobre estos  estados, son cruciales para poder entender como en nombre de la seguridad y el alejamiento del fantasma islamista radical del Norte de África y Oriente Medio han sido excusas para mantener en el poder terribles dictadores y considerar la opresión sobre sus pueblos como un mal necesario.